¿En algún momento de tu vida has sentido que la ansiedad te ha sobrepasado? Si te has sentido de esta forma, probablemente este artículo sea para ti.
Resulta que estamos en una era en la que la productividad ha sido una bandera y la generación de estímulos constantes, un agravante adicional, que ha propiciado que la ansiedad se asome por la ventana de nuestra vida de una forma más frecuente de lo habitual. Y antes de pensar cómo abordar a la ansiedad, queremos contarte de qué se trata, cuál es su función en nuestro cuerpo y los niveles de ansiedad que existen.
Conociendo a la ansiedad
Comenzaremos diciendo algo que quizás te sorprenda: La ansiedad en cantidades suficientes, es necesaria. Aunque no lo creas, nuestra naturaleza humana es bastante sabia, y la ansiedad surge en nuestro cuerpo como un mecanismo de protección. La ansiedad es un mecanismo defensivo, un sistema de alerta ante situaciones consideradas amenazantes; y cuando se presenta con baja frecuencia en nuestra vida, es adaptativa y nos ayuda a mejorar nuestra capacidad de recepción y de respuesta.
Pero, ¿por qué nos sentimos mal cuando la ansiedad aparece? Cuando aparece en montos elevados, es cuando realmente nos afecta de manera negativa, es probable que sintamos un malestar constante y terrible por algún tipo de acontecimiento que podría suceder. Generalmente, cuando aparece la ansiedad en nuestra vida, es cuando tenemos preocupación por el futuro, una excesiva alerta de amenaza o peligro, nuestros pensamientos se anticipan a lo que podría suceder y llegan a nuestra mente todos los posibles escenarios negativos que nos resultan aterradores.
Cuando sobrepasa determinados límites
Cuando la ansiedad sobrepasa determinados límites, se convierte en una problemática de salud que impide el bienestar, y que interviene en nuestras dinámicas diarias, laborales, sociales e intelectuales. De hecho, en realidad, la ansiedad es una señal, un indicador de que algo no está marchando bien en nuestra vida, de que existe algún tipo de desequilibrio o algo que no estemos atendiendo en aspectos físicos, emocionales, mentales o espirituales. Como cuando nos aparece una señal de mantenimiento en el tablero de nuestro carro, que debemos atender, pero generalmente no sabemos muy bien de dónde proviene.
Entonces en realidad, no se trata de intentar controlar a mi cuerpo y los síntomas de ansiedad, es más acerca de aprender a conocernos, a conocer nuestro cuerpo y lo que te está tratando de indicar con lo que estamos sintiendo. Es más acerca de encontrar la razón real que nos produce estas sensaciones. ¿Qué área de nuestra vida estamos descuidando?
Los síntomas que puede sentir mi cuerpo cuando experimenta ansiedad
¿Sabes que no todas las personas ni los cuerpos sienten los mismos síntomas de ansiedad, y tampoco se sienten todos a la vez? Esto es para que no te predispongas al conocer los síntomas y te asustes al pensar que te sucederá todo.
Todos estos síntomas físicos, son parte de nuestro sistema nervioso activándose de más, o buscando su propio equilibrio. Es por esta razón, que nosotros mismos los podemos autorregular, a través de ejercicios que nos relajen, y que nos ayuden a disminuir las señales de alerta de nuestra mente. Te compartimos los más comunes:
En nuestro sistema muscular:
- Dolores musculares: puede suceder que sintamos dolor de cabeza, dolor en la nuca, dolor en el pecho, dolor en la espalda baja, en la rodilla, en el pie o en cualquier otra parte. Puede representar la tensión del cuerpo producto del estrés y la ansiedad.
- Cualquier tipo de temblor en el cuerpo: cuando el músculo se empieza a relajar, va a empezar a temblar, con el fin de liberar la tensión y adrenalina guardada. Y lo puedes sentir, por ejemplo, cuando te tiembla el párpado, el labio o sientes te tiembla alguna venita del cuerpo.
- Hormigueos o parestesias: son pequeños hormigueos y adormecimientos en el cuerpo. Es adrenalina y tensión que está buscando ser descargada.
En nuestro sistema digestivo:
- Náuseas, dolor de estómago o cualquier tipo de malestar estomacal: puede estar relacionado con la ansiedad y el estrés. Cada vez que nos estresamos, nuestro cuerpo bloquea algunas funciones del estómago y segrega ciertas sustancias para prepararse para atacar o protegerse
Funciones de nuestro sistema nervioso autónomo:
- Cuando se altera nuestro ritmo cardíaco: puede suceder producto del miedo y del estado de alerta.
- Sensación de falta de aire: estas sensaciones suelen ser más emocionales que físicas, y surgen producto de la exaltación.
- Sensaciones en la garganta y en la lengua: cuando sentimos que nos podemos ahogar o que no podemos tragar, por la misma intensidad del estrés emocional acumulado.
- Cuando tendemos a apretar mucho la mandíbula
- Sensación de mareo o náuseas
- Deshidratación general
- También nos podemos sentir extraños, separados de nosotros mismos, sin equilibrio, con frío, calor o desorientados: todo esto es directamente emocional.
¿En qué momento deberíamos buscar ayuda para la ansiedad?
Cuando la ansiedad se vuelve demasiado frecuente, intensa o persistente, puede ser un indicativo de que algo más está ocurriendo en nuestra vida, que requiere ayuda especializada:
- Si afecta nuestra vida cotidiana.
- Si sentimos que la ansiedad aparece con demasiada frecuencia y ya no sabemos cómo controlarla.
- Si tenemos síntomas físicos persistentes.
- Si la mayoría de nuestros pensamientos tienden a ser de desesperanza, desaliento y sentimos dificultad para encontrar alivio por nosotros mismos.
¿Cómo puedo buscar ayuda profesional?
Pedir ayuda es un acto de valentía y de amor propio, no es necesario que afrontemos la vida solos, será el primer paso que daremos en pro de nuestro bienestar. Existen diferentes profesionales a los que podemos acudir cuando sentimos que solos no podemos, como los psicoterapeutas, psiquiatras o diversos grupos de apoyo de salud mental. También actualmente existen plataformas más accesibles para todos, en la que nos conectan con terapeutas a través de videollamadas, como es el caso de la plataforma colombiana Selia.
¿Cómo puedo sanar mi ansiedad?
- Educarnos y conocernos en nuestros estados ansiosos.
En primer lugar, es darnos el espacio para hacernos conscientes de cómo actúa nuestro cuerpo cuando está alimentado por la ansiedad. Lo que mayormente alimenta a la ansiedad o a las crisis de pánico, tiene que ver con el miedo (aparece cuando pensamos que nuestros recursos son menores a los desafíos o situaciones que enfrentamos). - Empezar a respondernos preguntas como: ¿Cuál es el disparador que me genera mayor ansiedad? ¿Cuáles son los momentos en donde me siento más tranquilo y seguro? ¿Cuál puede ser la acción o mi polo a tierra?
La ansiedad surge en el fondo de nuestros pensamientos, eso quiere decir que de cierta manera, podemos trabajar para volver a nosotros mismos y que su intensidad no sea tan alta.
Respondiendo a estas preguntas, también podemos identificar los posibles eventos que nos puedan ocasionar ansiedad y anticiparnos con acciones que lleven nuestros pensamientos a lugares de calma y confianza.
- Si sentimos que la ansiedad nos sobrepasa y nos impide llevar bien nuestro día a día, debemos acudir a un terapeuta especialista en el tema, que nos oriente y nos ayude.
- También podríamos crearnos nuestro propio kit para la ansiedad, con elementos que nos ayuden a relajar y a autorregularnos, como música, dulces, salir a caminar, escribir, etc.
- La respiración es una herramienta mágica que llevamos a todos lados y respirar de forma consciente y pausada, también nos puede ayudar.
- Tu red de apoyo es fundamental. Arma una lista de las personas a las que puedes acudir cuando no te estás sintiendo bien, quieres despejarte, desahogarte o distraerte. Es necesario acudir a tu red de amigos y familia que te recargue.
- Existen muchas otras acciones adicionales que nos pueden ayudar como: meditar, ejercitarnos, llevar una buena alimentación. Escribir o tener espacios creativos y de expresión.
La ansiedad es una respuesta natural de nuestro cuerpo, diseñada para protegernos, pero cuando se intensifica, puede afectar nuestro bienestar. Conocer cómo funciona y aprender a identificar sus señales es el primer paso para gestionarla de manera saludable. A través de prácticas de autocuidado, apoyo emocional y, en algunos casos, la orientación de un profesional, es posible recuperar el equilibrio y enfrentar las situaciones de la vida con mayor confianza y calma. Recuerda que la ansiedad no es el enemigo, sino una invitación a conocerte mejor y atender las áreas de tu vida que necesitan más cuidado.
No olvides que tomar tiempo para ti, escuchar a tu cuerpo y buscar ayuda cuando la ansiedad se convierte en un desafío constante no es un signo de debilidad, sino de fuerza y de cuidado hacia tu bienestar integral.
Si conoces a alguien que podría beneficiarse de esta información, no dudes en compartir este artículo.
Escrito por Stephanie Prieto A.
Cofundadora y Brandind Specialist de Kometa Creativa
Agencia digital, Kometa Creativa.
@kometacreativa